viernes, 4 de abril de 2008

Crónica desde: el lugar de donde brotan las palabras.

Curiosas las palabras. Tan temperamentales como los que acudimos a ellas en busca de ayuda. Cuando acudes a ellas, normalmente suelen esconderse. Algunas se esconden, otras te retan. Pero cuando te relajas, cuando esperas a que ellas te regalen su magia, acaban acudiendo a ti de una manera muy especial. Acuden con toda su gracia al corazón y te ayudan a expresarte mucho mejor de lo que habrías podido imaginar jamás. El otro día, de nuvo, me llevaron al hogar de ese personaje torturado ya inventado que conocí hace un tiempo para regalarme una canción triste, llena de dolor, llena de sentimientos. La escuché y lloramos juntos. Me convertí en su confidente y yo, simplemente, reproduzco los sentimientos que quiso compartir conmigo, con vosotros. Pocas veces he escrito algo que no haya retocado mucho, pero, en este caso, apenas voy a tocar nada. Son emociones en estado puro. Solo son mínimos cambios de forma, no de contenido. Intentar remodelarlo sería traicionar al corazón de esta historia. Ya he traicionado demasiadas veces a otras historias con miedo y me niego a seguir haciéndolo. Dsfruten de estas palabras, sinceras, tristes, emotivas, con alma.
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No soy capaz de mover ni un solo músculo. Ni tengo ganas ni voluntad. Unos tristes y apagados rayos de luna entran débilmente por la pequeña ventana de mi celda, amenazando con desaparecer en cualquier momento. Entonces llegará la oscuridad y yo me perderé en ella. Pero no estaré solo. Detrás de esa oscuridad me esperan los remordimientos, la decepción, la pena y la tristeza dispuestas a pedirme cuentas. Y yo pienso entregarme a ellas. No hay nada que me haga intentar lo contrario. Mi madre ha muerto y yo la he matado. Así de sencillo y complicado a la vez. Yo cargué la pistola de veneno, de mentiras, el mismo día en el que volví a su vida. Apunté el día en que me dio su amor y una nueva oportunidad y la maté el día en el que ella dio su vida por la mía. Nunca debí haber aparecido en su vida de nuevo. Seguramente habría sido una vida mejor, una vida al menos. Ahora los recuerdos que se agolpan en mi mente luchan para que solo uno de ellos sea escogido. Solo quiero recordar risas y alegría que seguramente pertenecen a una vida anterior, cuando la felicidad pasó de puntillas por nuestras vidas. Tan poco tiempo hemos tenido para estar juntos, tan solo una vida. Pero solo hay un recuerdo perenne, inamovible, grabado a fuego en mi cabeza, en mi corazón, en mi alma y es ella entregando su vida por mi. ¿No es asquerosamente irónico? Le quito la vida a la persona que me la dio, como una creación fracasada y cobarde incapaz de encontrar un indicio que me ayude a encontrar un camino de salida de este eterno laberinto. Ahí estoy yo, tan perdido. Un niñato cobarde que solo sabe llorar mientras deja a su ser más querido en manos de la muerte. Y todo es culpa mía. Únicamente mía. La débil luz quiere ser ya un recuerdo y se convierte en un frágil hilo a punto de romperse. Ya noto las intensas y hambrientas miradas de mis invitados que esperan a la oscuridad total para cebarse conmigo. No pienso moverme, no pienso impedir que cumplan con su justo cometido. Como si aún la tuviese delante de mi, todavía sigo viendo la mirada triste y emocionada de mi madre, con la que derrama su vida, con unas lágrimas secas que le arrancan su existencia, pero que tiene una ligera chispa de esperanza. Al menos se va con esperanza. Ha sacrificado su vida por la mía y el sacrifico ha sido en vano. Un hijo no puede fallarle nunca tanto a una madre como lo he hecho yo. Ella murió por mi libertad y yo he obtenido una condena. Cuantas veces pienso que la gente tiene hijos y ella ha parido una maldición. Ya es hora de que termine con esta maldición, con mi vida. Pero esas partes de mi de las que he abusado durante tanto tiempo están listas para saltar sobre mí en cualquier momento. El halo de luz se resiste a desaparecer. Justo un instante para pensar en el mejor regalo que le he hecho jamás a Julia: mi inexistencia. Solo le he traído problemas mientras que ella me ha traído dicha. Ahora tengo la opción de que sus problemas se transformen en malos recuerdos en cuanto yo me vaya. Ella sabrá reconducir su vida por el lado correcto después de haberse quedado tirado en un camino de aparente felicidad pero de alma dolorosa y destructiva. Ese soy yo: dolor, destrucción, engaño, un niño perdido en una feria que le da miedo, un actor en una obra que no es suya. Gracias Julia por todo el apoyo. Te deseo una vida llena de felicidad que te mereces y que tanto das por los tuyos. La luz finalmente desaparece dejándome a mi merced. El dolor del alma está listo para que sea consumido. Madre. Mamá. Espérame allá donde vayas. Allí seguro que seremos un recuerdo precioso, una foto perfecta, donde tú podrás ser mi madre y yo tu hijo y podremos tener esa vida que la realidad nos ha negado, que yo te he negado. Vayamos a algún lugar donde tengamos una segunda oportunidad y podamos hacer las cosas bien. Perdámonos allí durante toda la eternidad. Mamá, llévame contigo... Pero las cosas no son así. Los sueños nunca se cumplen, especialmente para gente como yo con la carga de la equivocación sobre sus hombros. La vida me dio la pena y ahora es lo único que tengo. Cogido de la mano de ella y del dolor, convertidos en mis mejores amigos, me entrego a la oscuridad, mi nuevo refugio.

1 palabras:

chico, habia visto pocas cosas escritas tuyas... y he de decir que el dia que nos juntemos los 3 para hacer algo, vamos a ganar el puto nobel!