martes, 27 de enero de 2009

JB se resetea.

Cuando un documento de word o cualquier programa se niegan a funcionar o destrozan el trabajo en el que llevas trabajando tiempo o, simplemente, no quiere ir o el desastre es tal que ya no hay arreglo, aprietas el botón de reset y tenemos una pantalla negra que cobra vida de nuevo. Así de sencillo. Ojala en la vida fuera tan sencillo hacer eso cuando todo nos sale mal o las cosas empiezan a coger el camino equivocado. Pero no es así. La vida continua sin que podamos reiniciarla de nuevo.

Pero de vez en cuando, nuestra existencia nos obsequia con esa posibilidad. Extrañamente, por cosas del destino, de repente, te encuentras con esta eventualidad. A mí me acaba de pasar. Tras la fallida experiencia madrileña donde he fallado a gente y a mí mismo, donde he confundido sueños, todo se vino abajo, especialmente mi débil estructura emocional. Como esto de los blogs es un reflejo de mi vida, mis últimos textos versaban sobre eso pero han pasado totalmente desapercibidos o ignorados. Nadie se preocupa de cómo se puede sentirse alguien que no hace más que sonreírle a todo. Pero tras mi sonrisa, los restos de una persona están sumidos en la más absoluta oscuridad. El humo del derrumbe ya ha desaparecido y ahora el más absoluto silencio y la total oscuridad. Pero una pequeña luz evocando a David se enfrenta a esa oscuridad del tamaño de Goliat. Es pequeña pero es fuerte y aguanta los embistes con maestría y ganas de superación.

Esa llama me ha dado un momento reset. He podido apretar a ese botón imaginario de mi cabeza y, durante un breve espacio de tiempo, mi parte más atrevida me ha llevado a irme lejos. Sin más cosas que mi cámara de fotos para ver el mundo a mi manera, mi música con la que relajarme, mis bártulos de escribir los sentimientos que se agolpan dentro de mí, mi mochila y ropa, me he ido lejos, a climas más fríos, a grandes distancias para poder ver las cosas con perspectivas e intentar que el dolor se helase con el frío. Afortunadamente, en ese destino estaba mi Pepita Grilla particular con la que he podido de compañía, sofá, fotos y buenas conversaciones. Durante unos días, he estado en la más absoluta y reconfortante invisibilidad. He dejado mi móvil en casa, el ordenador en modo off y mi maravilloso médico que me está ayudando en estos momentos me ha dado las suficientes drogas como para dejar a mi lado inconsciente lo bastante relajado como para funcionar y a mi lado consciente con el paquete básico. Pero ahora he vuelto y la vida continua. Y yo con ella. Y ahora me coloco en el nacimiento del río, doy unos pasos para atrás y reanudo de nuevo mi camino mientras veo al fondo un enorme laberinto coronado por la llama de mis sueños. Espero acertar esta vez el camino sin hacer daño a los demás ni a mí mismo. Siempre me queda mi sonrisa dentrífica y mi fachada de alegría como cortafuegos. Y si no, esperaré a la próxima vez que pueda resetearme.

1 palabras:

Para empezar de cero no hay nada como perdonarse a si mismo...es básico, fundamental.Después de eso, ya puedes empezar a pedir perdón a los demás, pero la base eres tú. Siempre es lo más importante, porque eres tu peor juez.