miércoles, 22 de julio de 2009

Parte activa, parte pasiva y un ser.

"Hagamos un trato" dijo mi parte activa, harta de estar a la sombra muy a su pesar. Le fastidiaba tanto ser escondida como si de una mancha imposible de desaparecer fuera, esa oveja blanca en un campo lleno de ovejas negras, pero ya estaba bien. Era su momento. El instante del cambio. Éstos no suelen venir en momentos decisivos sino siempre un segundo después. Y ese punto había llegado. La parte activa agarraba esa oportunidad con fiereza mientras la parte pasiva de su ser se daba cuenta de que sus momentos de gloria empezaban a ser un mal recuerdo en la historia del ser, es parte oscura que intenta pasar de puntillas por los libros de historia. Siempre con esa mirada llena de oscuridad y maldades ocultas, la parte pasiva se atrevió a preguntar, siempre con un as en la manga a punto de saltar y devolver la partida a su terreno: "¿Y qué me propones? dijo en un tono seco y cargado de ironía. "Te propongo... dejarme en paz de una puta vez, que ya va siendo de que dejes de dominar al ser". La parte pasiva sólo esbozó una sonrisa pero no faltó nada más para conocer de sus evidentes intenciones. "¡Jamás! No tendrás lo que quieres sin luchar" y dicho esto, pasó al ataque. Pero no contaba con que la parte activa tenía demasiado por lo que luchar. La parte activa, cegada en su objetivo, y la parte pasiva, perdida en su poder, dieron en la diana. Un golpe perfecto, asestado con empeño. Ambas partes acertaron de lleno su objetivo. Tras el golpe, cayeron al suelo, heridas de muerte. La parte activa y la pasiva consiguieron la gloria, consiguiendo su meta, pero también la pena pues ninguna sobrevivió para ser conscientes del mal que han dejado. En su afán de protagonismo dejaron al ser privado de todo: una tabula rasa en la que no ha habido nada que haya sobrevivido a los delirios cegados de poder de la parte activa y al poco empuje que durante todos sus años encerrada ha tenido la parte activa, demasiado acostumbrada a mucho hablar y a poco actuar hasta que ha sido demasiado tarde. Ambas cerraron los ojos y se arrastraron con la poca vida que emanaba de sus heridas, aún con la sangre caliente derramando defectos y virtudes. Desde aquel día, el ser jamás volvió a ser el mismo, era incapaz de serlo. ¿Cómo? No había nada de donde partir. Bueno, un pequeño punto de luz sí que había pues la parte activa había dejado un trato volando por el ancho mundo del ser: "¿Y si nos dejamos de peleas y de egoísmos y nos apartamos para que el ser pueda crear desde cero?". Siempre es un buen momento para empezar desde cero.