Cuanto más grande, más pequeño.
El camino está lleno de altibajos y recobecos que requieren de mi atención para no tropezarme y hacerme daño de nuevo. Disminuyo mi velocidad, cojo aire, respiro aire puro, me detengo sentado sobre la roca que me muestra la inmensidad del camino, pienso, valoro y sopeso, bebo agua, me vuelvo a colocar mi vida a la espalda y, a mi ritmo, continuo por el camino.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Crónica desde: el camino que se abre ante mí.
15:27
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